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¿Y el gasolinazo, apá?

Parecía un sueño eso de que la gasolina no subiría nunca más. Parecía una buen idea la Reforma Energética cuando se nos dijo que la competencia privada haría que los precios bajarían y sonaba lógico cuando se pensó que era buena idea abrirse al mercado para apoyar los bolsillos de los mexicanos. Pero como dicen, y ya sospechábamos, todo era demasiado bueno para ser verdad. Y así sucedió. Los gasolinazos seguirán cayendo, la energía mexicana seguirá siendo una de las tres energías más caras del planeta y todo lo prometido, ahora se hace evidente, era falso.

¿Y por qué sorprendernos de todo esto? ¿Por qué pensar que la energía bajaría de precio? ¿Será que somos medio tontos o tal vez demasiado inocentes? ¿Será que nos dejamos engañar con la ilusión ingenua de pensar, «tal vez ahora sí»? Y lo raro es que leemos cada día que el petróleo baja de precio, que su caída es constante y que poco a poco se encuentran formas de hacer más eficiente la forma de extracción de energía. ¿Cómo puede ser que el mundo nos diga todo esto pero en realidad, seguimos pagando tanto? Si baja el precio del petróleo, pensamos que nos afectará positivamente cuando carguemos el tanque de gasolina de nuestros coches o afectará para bien el precio del transporte público y otras cosas de nuestra vida común. No obstante, sucede completamente todo lo contrario. Nos afecta por todos lado; por el lado de la economía nacional, en nuestros bolsillos, en nuestro futuro, etc. Y todo sigue igual. Todo nos afecta a nosotros tanto porque nos engañan, tanto porque nos cuesta más.

¿Y quién sale bien parado? O todos coludos o todos rabones, hay que pensar. Y por ello es tan importante nuestro trabajo por recordar las falsas promesas de gobierno y divulgar las mentiras del sector privado. Nos dice el gobierno que con la Reforma financiera habrá mejorías: ahora sabemos que no sirvió para nada. Y todavía seguimos dudando si la Reforma educativa sea buena idea. De antemano, sin importar quiénes son los buenos o los malos de la historia, debemos sospechar de ella. Sí o sí. Gracias, Gobierno, por hacernos desconfiar de cada una de tus palabras.