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Paul Watson, el ecologismo profundo y el cambio climatico |

Paul Watson es uno de los más importantes ecologistas del mundo. Dudo que a él le guste el término de ecologista dado que lo que él hace en específico es conservación marina. Y tiene un enfoque que quizá podrían compartir los ecologistas profundos sin embargo existen algunas importantes diferentes entre este enfoque, el del Deep Ecology y el pragmatismo de Watson.

 

Para Paul Watson, el proteger y salvar animales marinos no tiene por qué incluir una idea antropogénica o de beneficio antropogénico. Los animales para él son en sí mismos merecedores de nuestra protección independientemente de la utilidad que podamos obtener los hombres de ello. Además Paul Watson ha evitado caer en algún otro tipo de moralidad que haga referencia al Deber de sociedad sino que ha sustentado su línea de acción al papel individual de las personas para poder conservar el mundo marino. Y éste rol individual es importante por muchas razones para este texto pero sobre todas ellas, dos son las más pertinentes: 1) Paul Watson no cree que el hombre sea un ser moral, y 2) ha dedicado su vida, con las consecuencias que conlleva, a proteger a los seres del mar.

 

La primera razón hace hincapié en un tema recurrente en el debate ético. Hay decenas de posiciones éticas para promover la acción y la toma de decisión en lo que abarca el tema ecológico. No hay una posición central en que todas las posiciones confluyan pero en contraste sí existe una constante preocupación por la acción como forma última para lograr el cambio. Bryan G. Norton, uno de los más importantes filósofos de la sustentabilidad, comparte este mismo punto de vista. Para él, los eticistas han caído en un ámbito puramente teórico al permanecer en el aula de clase, en los libros y en los congresos. Son en su mayoría, según él, faltos de llevar a cabo la acción necesaria. Para Norton, los grandes héroes en la tarea de la protección ambiental son los activistas, los cuales sin necesidad de teorías o marcos teóricos, salen a la lucha contra los balleneros, contra los aserraderos y contra los petroleros. Ellos, según Nortón, demuestran día con día que están dispuestos a dar sus vidas por el bien del planeta, aceptando que en muchas de las ocasiones corren riesgo sus vidas. En ellos es en quienes se debe de pensar cuando se habla de ética según versa la filosofía de Norton. A ellos es a quienes se les debe dotar de herramientas teóricas -siempre y cuando sean útiles para sus acciones-. Y todo el trabajo en conjunto de los teóricos y los ecologistas, debe concluir en la toma de decisiones dentro del ámbito político y legal. Ahí, entonces, es un lugar en que los eticistas y los ecologistas pueden confluir, y en el que deben hacerlo. Pero no solamente ahí. También en el sector privado, y en las prácticas empresariales.

 

Si bien muchos ecologistas son idealistas y verdaderamente ortodoxos en sus prácticas, pierden de vista por lo mismo en algunas ocasiones la visión amplia de cómo funciona el mundo real -un mundo con sus interés, sus maldades, sus lobbys y demás corrupciones del sistema. Y debemos recordar que no es siempre beneficioso tachar todo el sistema como una estructura sólida y homogénea para después combatir contra él. Para Norton, el pragmatismo es la base de toda posibilidad de acción. Y es pragmática su visión porque acepta la forma en que el mundo funciona; y este funciona hoy en día basado en el capitalismo de rentabilidad y bajos costos.

 

Pero igualmente, cabe enfatizar, así como los ecologistas tienen de idealistas, el sector privado peca muchas veces de una ciega ingenuidad si cree que puede seguir funcionando como lo ha hecho hasta ahora. Y por ello, el pragmatismo de Norton es tan útil para la comprensión de la Responsabilidad social; ella es entonces un instrumento en se pueden compaginar las acciones de los ecologistas, la ambición del sector privado y el interés político de los gobiernos.

 

Y lo mejor de todo es que no hay que dar toda una vida -como lo hace Watson y otros tantos ecologistas- sino que puede ser a través de acciones bajo una visión de responsabilidad social que se puede llegar a un mundo en el que exista finalmente un gana-gana. Y curiosamente, este gana-gana es el realmente la única alternativa que tiene el hombre. En todas los demás alternativas, la humanidad tiene la carta perdedora. No existe para nosotros un gana(hombre)-pierde(planeta). Si el planeta pierde, aunque cayendo en redundancias ridículas, perdemos todos. Y perderán muchos más.

 

¿Qué podemos hacer para lograr este gana-gana? La idea es muy clara. Debemos subirnos en el camino hacia el éxito usando la ética como vehículo, apoyado con la Responsabilidad social como motor y teniendo la sustentabilidad como objetivo a alcanzar.

 

Escrito por Roberto Carvallo Escobar

 

Director de Terraética

 

Fb: Terraética Tw: @Terraetica

 

Y orgulloso creador de Resiliente Magazine