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Lucha pro familia y no pro familia

Últimamente con las marchas en pro de la familia me he sorprendido cómo una sociedad se vuelve a dividir en bandos opuestos por un tema que ya ni siquiera sé si podrá ser viable en unos años. Se lucha, por un lado, por la familia tradicional que en su esencia ya no existe y por otro lado, por una Constitución que ya nadie respeta.

Y me sorprende porque el mundo ya está lo suficientemente dividido como para encontrar más diferencias. Con esto no digo que nuestras convicciones se deban ir de lado pero si no luchamos por algo más básico en este momento, como es la humanidad misma, la cual está siendo destruida, tal vez ya no habrá nada por qué luchar en unos años.

La humanidad ya está bajo ataque. La prueba está en las decenas de fosas en Veracruz, en el robo descarado de nuestros impuestos, en los salarios mal pagados, en la desnutrición, en las redes de prostitución infantil, en el esclavismo moderno, en el desempleo, en la mala educación, en nuestro gobierno y posiblemente en nuestro corazón. Quizás una mejor forma de defender la familia sería la de regenerar la que ya existe en vez de defender una idea antigua. Porque hasta donde yo he visto, la pareja ya no significa mucho. No hay fidelidad ni compromiso y los hijos se han convertido muchas veces en estorbos abandonado frente a una pantalla y educados por maestro indiferentes. ¿Queremos defender la familia? Entonces resignifiquemos lo que es hacer una; de forma consciente y no porque sea el siguiente paso a seguir. Porque entonces eso sí sería un tradicionalismo superficial.

Escrito por Maritza Salcido
Editado por Resilientemagazine.com