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Los justicieros en Turquía, Palestina, México y otros demonios

Existen muchas razones para apoyar a los llamados justicieros que están apareciendo últimamente en la escena nacional y existen otros motivos para juzgarlos. La historia con la que amanece esta semana es de un justiciero que precisamente está en el límite entre lo aceptado y criticado. Turquía fue el escenario en donde el embajador ruso fue asesinado en cámara en un evento de una galería en el barrio llamado Cankaya a manos de un joven que estaba inactivo de la policía antidisturbios de Ankara. Después del asesinato, las palabras que hacen de este asesinato un tema de rebeldía fue un «Alepo, venganza» o y «No olviden Alepo«. Por ello, no dudo que mucha gente, la que está a favor de los rebeldes sirios, hayan encontrado este asesinato justificatorio de todos aquellos males que ha generado el apoyo ruso a las fuerzas militares del gobierno.

¿Es un justiciero este joven? Los ojos del mundo, tristemente, entenderán las razones y recriminarán sus acciones. El mundo justificará que las miles de vidas que se han perdido en todo Siria no se comparan con el asesinato de un embajador. Se justificará que precisamente esta es una represalia personal contra un gobierno que ha apoyado el asesinato de miles de niños y desplazado cientos de miles de personas a futuros inciertos. Muchos pensarán que este asesinato es un pequeño triunfo contra toda la maldad del mundo. Pero se olvidará por lo mismo que la violencia de este asesinato es más bien una muestra de la gran frustración por la injusticia del mundo en que vivimos. Dudo mucho que la opinión pública justifique esta acción sin embargo, ya entre las puertas de sus hogares, entenderán esta acción y hasta logren articular formas de justificación gracias al sentido común.

Lo que sin embargo se olvidarán muchos es la violencia que generan estos asesinatos en la psique mundial. Y es quizá porque no quedan más alternativas que la represalia violenta contra la violencia pura. Es esta la misma forma de entender a los palestinos que lanzan bombas hechas a mano para contrarrestar los asesinatos y abusos que ha cometido el gobierno Isrelita contra ellos. Ambas son maneras en donde es tanta la opresión y violencia contra un grupo o nación que las salidas de presión son estos actos violentos, con los cuales levantar la voz de la manera menos racional. Es quizá cuando arrinconas a un animal que cualquier rasguño a su opresor será contará como una pequeña victoria. El problema es que el opresor siempre ha sido irracional y violento por lo que solo queda orar por los verdaderos desprotegidos en Alepo y Palestina, familias con niños que viven la violencia y represalias al estar en medio de agresiones injustificables del tipo diente por diento, ojo por ojo. ¿Será que en México, los mexicanos estamos tan arrinconados que lo único que nos queda es proteger a aquellos justicieros que atacan a los criminales? Lo peor de todo es que hemos llegado a un nivel de violencia en el mundo que el sentido común, trágicamente, nos lleva a justificar estas violentas acciones. Mejor sería dejar la violencia desde un inicio para no tener que decidir si la venganza es justificada o no.

Escrito por Roberto Carvallo Escobar

Director General de Terraética, Co-fundador de Prometeo Sustentable

y escritor de La rebelión de los pelones

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