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La vaca que cruzó el camino

Los animales sienten o no. Los indios tienen alma o no. Tenemos derecho a invadir otros países o no. La mujeres deben trabajar o no. Las barbies para las niñas y los playmobil para los niños o no. Llorar o ser hombre. Casarse o ser millenial. Viajar o ahorrar. Coche de dos puertas o de cuatro.

 

Tal vez, la humanidad ha avanzado en algo. Tal vez los hombres y hombras, mujeres y mujeros, hemos podido dejar de hacernos esta preguntas cuando salimos a la calle o cuando deseamos hacer algo de nuestras vidas más allá de despertar, trabajar y morir. Tal vez, el universo no ha enseñado algo, muy poco, o muy mucho, para poder decir y saber con cierta seguridad que las preguntas anteriores, son tan anacrónicas como lo fue la era del hierro para los renacentistas. Quizá, por fin, estas preguntas dejen de ser escuchadas en las reuniones o en la calle y podamos dar, en cambio, nuestra atención a problemas que nos aquejan. Problemas realmente serios.

 

Los animales sienten, sufren, gozan y tienen derechos a la vida. Todos los animales. Sí. Todos. Son hechos para comerlo, ¡no, evidentemente no! Y tanto como lo es de difícil aceptación cuando los temas de las otras preguntas. ¿Pero qué creen? Logramos pasar esas preguntas para centrarnos en temas más importantes. Tal vez, y solo tal vez, suceda lo mismo con las demás discusiones sin sentido.