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Detrás de cada juicio hay una confesión

Dicen que detrás de cada juicio hay una confesión y los Juegos Olímpicos de Río lo confirman. Hoy circula en redes la historia de varios atletas que son orgullo para su país y ejemplo para el mundo como lo es el caso particular de Majlinda Kelmendi, judoca de Kosovo, quién fue la primera atleta de su país que gana el Oro en Juegos Olímpicos. Rechazó ofertas de otros países que deseaban les representara pues su convicción, amor, respeto, orgullo, pertenencia y deseos por honrar a su país fue más firme y admirable.

Hoy todo mundo conocemos la historia de Majlinda. Recibe el cariño de la gente y difundimos y destacamos sus logros. Hoy muchos mexicanos nos conmovemos con su historia, y ¿cómo no hacerlo? Hoy juzgamos a Majlinda como una campeona, una guerrera, una heroína y una muy digna representante de su país y de las mujeres y de aquellos que siempre pugnan por la equidad de género. Detrás de cada juicio hay una confesión, y por ello, con Majlinda confesamos los mexicanos nuestra admiración y deseos de triunfar de hacer algo grande, de cumplir sueños, de trascender, de dejar huella, de ver la grandeza de nuestro país ante el mundo. Pero a la par de celebrar a Majlinda, muchos mexicanos hombres y mujeres juzgan a otra atleta, y tras el juicio las confesiones no faltan inseguridades, frustraciones por postergar metas, por no descubrir el carácter, valor, convicción adormecidos para lograr aquello que Alexa logró desde que se atrevió a cumplir su meta.

Son por ello confesiones con pobreza de espíritu al juzgar desde lo aparente y tirando por la borda el fondo. Son confesiones de carencias del sentido de pertenencia, sin apreciar que ella, Alexa, representa al México que lo conformamos todos, incluyendo a los que le critican. Hoy su esfuerzo la ha llevado a clasificar a los Juegos de Río. Posicionó a México en la tabla general en el lugar 31 del mundo siendo su mejor posición la número 12 en salto femenino. Hoy para el mundo y para los kosovares Majlinda es Kosovo. Hoy para el mundo Alexa y toda la Delegación Mexicana en Río son México. Y debieran serlo también para todos los mexicanos sin excepción. La crítica a Alexa es la fotografía de un país que necesita recuperar la base de ese pueblo que acortaba brechas para sentirnos todos como uno, es decir, como aquel pueblo que unido luchó para ser un país mejor. Y eso Alexa y muchos otros mexicanos ya lo hacen desde lo que les ocupa. Solo falta que el resto de los más de 119 millones de mexicanos asumamos su ejemplo.

Araceli Guerrero

Editado por Resilientemagazine.com