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Desde Milán, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré rememorando mis pasos en Milán, Italia. Milán es hoy una ciudad que muchos consideran como la capital de la moda debido a los desfiles que ahí se realizan año con año, a la Via Montenapoleone –un equivalente a la Quinta Avenida Neoyorquina o bien a los Champs Elysées parisinos- que alberga distintos locales de marcas de ropa emblemáticas, al hecho de albergar importante actividad financiera de la próspera zona del norte de Italia y demás detalles que la hacen única en su tipo. Como pequeña anécdota, recuerdo alguna vez haber visto una foto del vocalista de Metálica comprando ropa en alguna boutique de Milán, seguramente a más de un metalero le sorprendería ver a James Hetfield en su faceta fresa de consumidor de alta costura.

 

Pero Milán es más que una bonita ciudad llena de tiendas de bolsas y zapatos, es una ciudad con una arquitectura hermosa; como breves ejemplos están su catedral, el llamado Duomo di Milano y la Galleria Vittorio Emanuele que es un lugar cubierto por bellas cúpulas de cristal que aloja una bella vía peatonal de mosaico en lugar de pavimento. Históricamente Milán es un referente de nuestras actuales democracias puesto que en tiempos de uno de los italianos más famosos de la historia, Nicola Maquiavelo, Milán junto con otras cuatro ciudades -Roma, Nápoles, Venecia y Florencia- eran de los pocos enclaves europeos que no eran gobernados por reyes fruto de dinastías reales. La forma de gobierno de estas ciudades fue el caldo de cultivo para la creación de una nueva forma de gobierno centrada no en el príncipe, sino en los ciudadanos. En ese entonces la riqueza de ciudades como Venecia sobrepasaba con creces toda la riqueza de reinos como el de Inglaterra, no en vano la península italiana era el centro de comercio donde a la larga floreció el renacimiento y nuevas formas de orden político.

 

Como se observa, Milán no es sólo importante por ser una fuente de desfiles de moda y la sede de escuelas de alta costura, Milán ha sido importante desde hace mucho tiempo por cuestiones más primordiales como lo es la fundación de lo que actualmente llamamos Estado moderno y que remite a nuestra vida en democracia. Es curioso cómo muchas veces ciertos acontecimientos, personas y lugares se vuelven celebres por cuestiones secundarias, incluso frívolas. Perder de vista el núcleo, lo sustantivo, lo verdaderamente importante de los hechos y las personas en aras de una envoltura desechable es como juzgar a un ser humano por los trapos que trae puestos encima.

 

Escrito por Erick Aguilar

Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

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