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Desde el Mercado de Sonora, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré caminando entre los pasillos del surreal –y esotérico- Mercado de Sonora de la Ciudad de México. Es increíble la cantidad de curiosidades que se pueden observar mientras uno esquiva los bultos que presurosas señoras cargan con maestría, a los pequeños que se detienen intempestivamente para admirar el juguete rústico pero bonito que se oferta en el local cercano y a uno que otro perrito colado entre los pasillos del mercado atraído quizá por el barullo, quizás por el olor a hierbas que prometen limpiar el aura, alejar las malas vibras y hasta marear la voluntad del amor que no nos corresponde.

 

El pensamiento humano tiene una tendencia histórica hacia lo mágico, y una compulsión enferma por querer controlar el futuro. Ya sea a través de magia, santeros, oráculos, de examinar las vísceras de animales previamente sacrificados o bien a través de la división del tiempo en estratos para facilitar la identificación de tendencias imperantes, el ser humano demuestra su inherente curiosidad, y quizá angustia por lo que vendrá después de este momento. Pienso en clásicos grecolatinos como Plutarco – 46 a. de C al 119 d C., uno de los sumos sacerdotes del oráculo de Apolo.- y Marco Tulio Cicerón – 106 a. C. al 43 a. C., gran político, orador y representante del estoicismo – quienes elucubraron un orden divino en la forma  en cómo se disponen las estrellas; dicho orden afecta gran parte de lo que acontece en el mundo imperfecto, es decir en el mundo sublunar, mejor conocido como la Tierra y que por ende atañe a los seres humanos. Si bien el texto Acerca del Destino de Plutarco es más que sugerente para saber cómo nace y funciona y qué cualidades tiene el Destino, el texto de Cicerón es deslumbrante.

 

Imagina que te has ido a la cama, y que de un momento a otro escuchas la voz de un anciano sabio, mientras se te revela no sólo tu futuro, sino el de tu país reconoces dicha voz; es la voz de tu abuelo quien te habla. Apenas dejas atrás el impacto de los vaticinios que tu abuelo te hace, te das cuenta que estás en algún lugar del espacio exterior, desde el cual puedes ver la Tierra y sus continentes, a tu lado está tu abuelo señalando con su dedo los lugares donde se asientan los humanos, dirige su dedo a la India para luego señalar a Egipto, y desde ahí te dice qué puedes y qué  no puedes esperar del género humano. Luego, despiertas. El Sueño de Escipión es un texto breve pero definitivo. Que a su vez lo hace soñar a uno sin la necesidad de adquirir la última novedad que se oferta en estos pasillos llenos de surrealistas amuletos.

 

 

Escrito por Erick Aguilar

Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

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