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Desde la prestaduría, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré en el sur de la ciudad rumbo a la inauguración de una prestaduría. En un mundo donde prácticamente todo tiene un precio, en donde la principal motivación para realizar casi cualquier acción termina siendo la ganancia económica. Espacios como esta prestaduría se vuelven hitos que confrontan el mundo capitalista que nos rodea.

 

Pero, ¿qué es una prestaduría? Pensemos que muchas veces existen organizaciones de la sociedad civil (OSC) que a partir de recibir dinero o donaciones en especie (herramientas, consumibles, etc.) pueden realizar de mejor manera su labor. Milpaktli, la organización responsable de esta prestaduría, tiene como uno de sus principales objetivos mejorar el entorno socioambiental de un tramo del Canal Nacional. Para la mejora ambiental Milpaktli ha recibido herramientas (como cortadoras de pasto, palas, machetes, rastrillos, etc.) que permiten cortar el pasto, recoger la basura que flota en el Canal Nacional, etc. Esa herramienta –y mucha más- que ha sido adquirida por medio de donaciones o apoyos institucionales es puesta a disposición del público en general, logrando así una relación directa con la comunidad que bien la puede usar para labores propias del mantenimiento del Canal o para realizar algún arreglo particular en su casa –incluso hay una planta para soldar. El préstamo de herramientas se sustenta en la confianza y el lazo que la organización pueda generar con la comunidad. La mejora social se da, en tanto se abona en favor de un tejido social sustentado en relaciones de confianza más que por relaciones económicas.

 

En Canal Nacional #13 casi esquina con Avenida Taxqueña se está innovando la manera en cómo las OSCs se relacionan con la comunidad y los vecinos circundantes. Se está dando una innovación social a distintos niveles: la prestaduría da herramientas e incluso capacita para su correcto uso, da el remedio y el trapito –como decía mi abuela. Más allá de seguirla describiendo, los invito a conocerla. Cuando éramos niños -antes de que diéramos por sentado que todo servicio y préstamo implica pagar dinero- el prestar nuestros juguetes era la mejor forma de hacer amigos y de aprender a confiar en nuestro hermano, el hombre. Vayan a la prestaduría y recuerden una parte de su confiada infancia y no la vuelvan a olvidar.

 

Escrito por Erick Aguilar

Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

 

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