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Desde la ciudad de los niños, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré en uno de estos lugares que se promocionan como lugares de entretenimiento infantil y buscan emular una especie de “Ciudad de los niños”. Curiosamente, el establecimiento al que me refiero tenía dicho nombre en sus inicios y posteriormente lo cambio a algo más corto y general.

 

El lugar puede ser resumido de la siguiente manera: un área enorme en donde solamente se ven marcas comerciales de grandes transnacionales, los niños juegan a que trabajan para estas transnacionales y compran productos de esas mismas empresas incluso compran educación para ganar más dinero en su trabajo. Los productos los compran con el dinero local que obtienen trabajando y obviamente si no trabajan se quedan sin dinero y sin posibilidad de seguir disfrutando del juego. El tema del dinero es muy importante al grado de que hay niños que como van cada fin de semana tienen una tarjeta de debito con la cual se olvidan de cargar su dinero y siguen disfrutando de poder comprar, digo, del juego. Además si un niño tiene su pasaporte que lo acredite como ciudadano de esta ciudad –una especie de membresía que compran los padres- las cosas las puede comprar a precios más baratos que el resto de aquellos que no son ciudadanos acreditados.

 

El modelo de negocio de este lugar ha sido tan exitoso que aparte de tener sucursales en la ciudad de México –en Santa Fe y Cuicuilco- existen 21 sucursales alrededor del mundo. No dudo que muchos pensarán que es genial ver a niños jugando a ser adultos y hacerse responsables de su dinero. Simplemente considero que la infancia nada tiene que ver con intentar ser adulto, al contrario, es ahí donde se debe moldear a un adulto a través de inculcarle valores, educación, respeto y amor; no a través de familiarizarlo desde tan temprana edad con las grandes empresas transnacionales que producirán la mayoría de los bienes que como adulto tendrá que comprar. Educar seres humanos no es entrenar clientes, no es enseñar que por ser ciudadano tengo preferencias por sobre los que no lo son llámense extranjeros, inmigrantes, refugiados, etc. El fracaso de este tipo de lugares estriba en ver como algo normal el consumismo y un sistema en donde todo se consigue con dinero, el éxito de este tipo de lugares estriba en que los padres no dejan de llevar a sus niños para que los entrenen como los futuros consumidores anónimos de un sistema capitalista e inhumano.

 

Erick AguilarEscrito por

 

Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

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