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Desde Diciembre, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré cerrando poco a poco el año 2017. Es curioso cómo desde agosto, por lo menos en mi caso, el año empieza a terminarse aceleradamente. Es decir, uno deja de ver el calendario y de pronto cae en cuenta que estamos a menos de un mes de terminar el 2017. Diciembre es un mes muy particular, los ritmos de la ciudad se van lentamente adormilando para en enero siguiente desperezarse y poco a poco volver al ajetreo cotidiano.

 

Más allá de las fiestas decembrinas, recuerdo un dato que hace algunos años me dieron respecto a que diciembre era el mes en que más suicidios se contaban. En ese entonces no era tan crítico de la información que a mí llegaba y nunca pude confirmar la veracidad de la afirmación, sin embargo me hacía sentido el hecho de que en aras del constante ambiente familiar que se vende a lo largo del mes, muchas personas en soledad fueran expuestas como entes contrarios a lo que representan las fiestas. También me hacía sentido que a partir de las vacaciones y de no tener una rutina que les mantuviera ocupados, muchas personas se deprimieran al rememorar amigos, viejos amores, familiares ausentes y todo eso que se usa como pretexto de temporada para hacer de diciembre el mes del acartonamiento sentimental al más descarado estilo del personaje de Scrooge en un Cuento de Navidad.

 

Hoy, yo no me atrevería a decir que los suicidios suben en diciembre –aunque tampoco lo descartaría. Pero lo que sí me atrevo a afirmar es que diciembre más allá de ser un mes de compras, deudas y tarjetazos es un excelente mes para pensar en aquellos que nos acompañaron, que nos amaron, que nos apoyaron, que nos hicieron vibrar y que por circunstancias propias de la vida, de nosotros, de nuestra historia personal e incluso del irónico azar hoy estan ausentes. El calor que el sólo recuerdo de tan bellas y grandes personas nos genera, es ideal para enfrentar estos fríos de temporada y quizás sea el mejor regalo que podamos tener: la certeza de haber amado y haber sido amados.

 

Escrito por Erick Aguilar

 

Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

 

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