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De negocios, otros demonios y la rentabilidad

La duda siempre existe. ¿De qué hablamos cuando hablamos de Sustentabilidad? ¿Se habla de negocios, se habla ecología, se habla de impacto social? ¿De qué se habla cuando un negocio se trata de hacer sustentable? Y el debate es largo porque nos hemos encargado de hacerlo largo. Es confuso porque nos hemos encargado de hacerlo confuso. Y es confuso porque, en términos sencillos, así es la vida misma. Los negocios no pueden quedarse atrás.

Es curioso el caso de la rentabilidad en los negocios. Se piensa que la sustentabilidad debe ser rentable así como todo lo demás: ambientalmente amigable, socialmente responsable, etc. Pero no existe sustentabilidad sin aquella rentabilidad para hacer del proyecto uno duradero. Y aquí es donde viene uno de los problemas con la palabra rentabilidad. Esta significa tantas pero tantas cosas que hace que todo sea incierto.

El problema radica en que la rentabilidad de los negocios significa, por un lado, el resultado de las ventas menos su costo, entre las ventas (otra vez). Es por ello una razón financiera. Este tipo muestra la rentabilidad en relación con las venta y/o utilidades del negocio (rentabilidad económica). Y otro tipo de rentabilidad es aquella en relación con la inversión la cual en pocas palabras es las utilidades sobre los activos totales (rentabilidad financiera). Cuando hablamos de rentabilidad, ¿a cuál nos referimos? Puede ser que a las dos, de acuerdo. Pero puede ¿qué pasa cuando no hay inversión, o cuando no hay utilidades? ¿Sigue siendo rentable un negocio? Las razones financieras dirían que no. El sentido común, si el negocio es resiliente, diría que sí. Bueno, ahora imagínate sumar hablar de impacto social o contribución ambiental. Todo se hace más difuso y más complejo.