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De igualdades y desigualdades

La famosa frase “todos somos iguales porque somos diferentes” no sólo hace referencia a que nuestras huellas dactilares o registros dentales son únicos e irrepetibles. Sino que trae consigo una visión pluralista de la sociedad.

 

Cuando el hombre primitivo o el hombre de naturaleza vivía en la perfecta igualdad e individualidad, se encontró en la necesidad de buscar apoyo mutuo porque entendió que en realidad somos seres gregarios y que desde la reproducción y hasta la muerte necesitamos de alguien más. Es quizá desde ese momento en que seguramente surgieron las primeras desigualdades, es decir, aquellos que buscaron la dominación sobre otros. Y quizás hubo quien detuvo esta dominación buscando hacernos iguales nuevamente pero este sujeto ahora poseía el poder de represión, lo que lo volvió desigual.

 

Desde esos tiempos y hasta nuestros días las desigualdades han crecido y disminuido. Se han transformando. Se han reproducido.

 

En nuestra actualidad, en donde la desigualdad extrema representa la suma de las diferentes desigualdades, nuestra salida es buscar la justicia y el pluralismo. No podemos hablar a secas de “desigualdad política de género”, por ejemplo, sin considerar que hubo mayor instrucción de unos sobre otros o que los derechos políticos y el acceso a la educación en las mujeres hayan apenas surgido en el siglo pasado, o que el ingreso de la mujer por el mismo trabajo que realiza el hombre es mucho menor en condiciones laborales iguales todavía al día de hoy. Y así nos vamos.

 

Sí, todos somos iguales porque somos diferentes, pero no estamos en igualdad de oportunidades, de condiciones, de calidades. El mérito se está esfumando, o nacemos en cuna de oro o nos las arreglamos para darle una cuna de cobre a nuestros hijos. ¿Dónde quedó ese apoyo mutuo? ¿Dónde quedó la solidaridad, la justicia, el pluralismo?

 

Escrito por Francisco Vega Oviedo

Estudiante de Ciencias Políticas