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Castigar la negligencia de no actuar frente al cambio climático | Terraética

Se habla mucho del cambio climático y de cómo afectan al planeta las acciones de la sociedad. El problema central es que un escenario catastrófico, aquel en que el clima radicaliza los cambios en la periodicidad de cultivos y flujos de agua, no implica solamente pérdidas financieras a través de una desaceleración económico sino que pone en riesgo la vida de millones y millones de personas, de animales y especies de flora. Es decir, una especie pone en riesgo a todas las demás. ¿Qué tan correcto entonces sería decir que el ser humano es el único animal racional de todos si precisamente su racionalidad es la que es capaz de destruir todo?

 

Es importante saber qué es aquello que nos hace diferentes a las demás especies. Este tema se ha tratado desde hace siglos. Siempre se ha dicho que el ser humano (las personas) se diferencian de los animales por su capacidad de raciocinio. Sin embargo, ya desde los griegos la racionalidad (intelecto) de los seres humanos se encontraba supeditado por la política y la ética de las personas. Es decir, el ser humano es un ser político, que cuida de los demás, de su entorno y del bienestar de su ecos (de su casa).

 

Si uno se queda con la idea de que el ser humano es un ser racional, y nuestro deber como humanidad es sobre todo, el cuidado de nuestra especie, quedaría fuera o postergado el cuidado a los animales y a las plantas. Un reduccionismo de este tipo no ayuda mucho ahora. Es más, muchos de los males que se viven ahora han sido ocasionados por este reduccionismo moderno.

 

Siguiendo la línea de Peter Singer, uno de los eticistas más reconocidos en la actualidad, es posible argumentar que el ser humano además de ser racional es también un ser moral. Es más, somos seres morales y éticos, antes que racionales. Queramos o no verlo. Nuestra vida, en la mayoría de los casos, está determinada por reglas morales que seguimos o rompemos. Olvidamos que el ser humano es un ser empático que adquiere deberes morales y que igualmente espera ser beneficiario de deberes morales de otros agentes morales.

 

Cuando el ser humano es visto como un ser moral, no quedaría duda en decir que no es la inteligencia y la racionalidad la que lo lleva a destruir el planeta. Es en realidad un problema de principios morales que lo llevan a actuar de tal forma. El no actuar contra el cambio climático deja de ser un problema de criterio, de previsión, de falta de datos duros sino se convierte en una cuestión de negligencia punible tanto como lo es robar, matar y hacer fraude. Todos estos principios éticos que nacen no desde la inteligencia o racionalidad sino desde la moral y de la búsqueda de paz y bienestar social.

Escrito por Roberto Carvallo Escobar

 

Director de Terraética

 

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