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Para qué amar cuando no necesitas de nadie. Un desenlace inesperado

El amor es un tema tan trillado y con tantos significados que es imposible abarcarlo en un artículo. Sin embargo, ha sido últimamente un tema que me ha llamado la atención como mujer, casi treintona, obviamente soltera (de lo contrario no tendría ni el tiempo ni la preocupación por escribir de esto). Por lo mismo, he hablado del tema con mis amigas, obviamente también solteras, de cómo ha cambiado el romance, la unión, el matrimonio y el amor de manera radical en los últimos años.

 

Sería importante mencionar que hemos sido influenciados por algunos aspectos que considero elementales: la forma en que se nos enseña el amor, la liberación de la mujer y el liberalismo sexual. El amor concebido hasta hoy ha sido aquel que causa drama y sufrimiento a la larga porque incluso los videos de reguetón (reggeaton), cuando no están enseñando perreo, exponen historias con dolor y rechazo. ¿Entonces qué podríamos esperar del amor cuando lo único que se nos da a conocer de él es el perreo o el sufrimiento inevitable?

 

La revolución sexual, que nos ha dado la libertad de tener relaciones con quien sea, sólo porque se nos antoja, desatándonos de la represión social pero atándonos al placer por el placer, acompaña a la liberación de la mujer. Esto resulta en que, básicamente, ya no necesitamos del hombre dado que hasta hijos podemos tener sin ellos. ¡Para qué  amar si podemos tener placer cuando queramos y si no necesitamos de nadie para formar una familia! Si hasta ahora el hombre ha podido tener mujeres sin represalias, qué bueno que es tiempo que la mujer pueda tener dinero, familia y felicidad sin hombres. Sin embargo, queda la pregunta abierta: ¿cuál sería el punto de amar, de esforzarse por construir una relación a largo plazo, si podemos tener todo con menos esfuerzo y podemos renunciar ante las complicaciones? ¿Tiene sentido siquiera casarse? Creo que si al basarnos en nuestra autosuficiencia y nuestra libertad, nuestra respuesta sigue siendo un sí, entonces nos habremos dado cuenta que el amor y la unión no se dan por necesidad, sino por decisión.

 

Escrito por Mariza Salcido