Triste y verdad, que el sábado llega como tan rápido se fue el viernes. Hoy toca trabajar medio tiempo, trabajar todo el día o bien trabajar para poder decir en la noche, «adiós, yo me voy a festejar». Todo con la intención de ser libre y tal vez, solo tal vez, ser libre en pocos años a costa de una sustanciosa pensión o unos fondos de ahorros, o a costa de vivir de las placas del taxi que compré hace años, o bien de las rentas de los dos departamentos que compré cuando todavía no eran caros en medio de la Condesa. Claro, esas son ideas a futuro porque por ahora, lo único que tengo es este sábado en donde tengo que seguir trabajando en mi empresa, en mi proyecto, en mi revista y esperar que el día no termine tan pronto.

Paciencia como virtud de vida frente al frenesí que tenemos de lunes a viernes. De lunes a domingo, mejor dicho. Paciencia para esperar que todo este trabajo que hacemos 16 horas al día, valga la pena. Y que valga el esfuerzo que realizamos. Si no, ¿qué diablos hacemos?

Y por esto, «I take no bullshit». Por eso, trabajamos como locos para sacar barcos del fondo del mar o por eso, revivimos muertos y enterrados. Lo hacemos para que con la ayuda de un poco de paciencia, podamos decir en un futuro, ya llegué. Ahora sí a descansar y ser feliz. ¿No lo éramos? No lo sé, pero siempre soñamos que seremos aún más felices en un futuro lejano cuando no tengamos que trabajar persiguiendo la chuleta, atendiendo a clientes, facturando, hablando con el contador, revisando contratos, etc. Hoy por fin es sábado y que valga la pena por lo menos eso. ¡Feliz fin de semana!