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Ya olvidé mi nombre

Maricón, nena, vieja. Así y con más sobrenombres me llaman en la escuela. Crecí en una familia normal o eso dicen y no saben por qué soy diferente. No juego fútbol, y no es que no sepa, en realidad, no me gusta. Pero, tampoco me gustan las barbies, ni los muchachos. Tengo 17 años. Soy hombre y me gustan las mujeres, claro que sí.

 

Aún recuerdo el día que le dije a Sofía lo mucho que me gustaba. Ese día la invité a salir.
-¿Estás loco? Yo no pienso salir con un gay sólo para que dejen de molestarte -me respondió.

 

No me dejó explicarle.

 

En casa pasa lo mismo. Mi papá es abogado. Se avergüenza de mí. Prefiere a mi hermano porque dice que él sí es hombre.
-Deberías aprender de tu hermano, él es capitán del equipo de fútbol, no como tú que eres una nena. Me decepcionas -me recuerda constantemente.

 

Mi mamá, ella… Ella nunca dice nada. Él único que me entiende es mi hermano, sí, el capitán del equipo de fútbol.
-Sabes carnal, yo no estoy en el equipo por darle gusto al jefe, yo estoy ahí porque es algo que me vuelve loco, tú, haz lo que te gusta.
Todo empezó cuando una mañana llegaron a la escuela un grupo de chavos y chavas a compartir con nosotros un poco de lo que hacían y a invitarnos a formar parte de su equipo. Fue tan emocionante. Desde que iniciaron a bailar me quedé atónito. Eso es arte, me dije a mí mismo.

 

-Eso es para viejas -decían mis compañeros.
Y desde que me inscribí al grupo de ballet se la pasan molestándome. Ahí, en ese grupo había hombres, y no bailan porque les gusten los chicos sino porque son buenos en eso.

-¿Y qué sientes cuándo bailas? -me preguntó una chica que forma parte del equipo de natación.
-Me siento libre, como si yo hubiera nacido para esto. Me olvido de todo… ¿Tú también crees que soy gay, no?

-No, no lo creo. He ido a verte un par de veces, y veo que has progresado. Escuché que te eligieron para participar en representación de los talentos más jóvenes. Por cierto, ¿cómo te llamas? Yo soy Laura.
-Me llamo…

 

Nuestro género no dictamina reglas para lo que debemos hacer. Creíamos que eso se había terminado pero no. ¿También has sido criticado por tus gustos? Calma, eres bueno en lo que haces. Eso que decidiste estudiar, ese color de ropa que te encanta, ese peinado.

 

Laura me apoyó en todo. Fue mi novia y a los 25 años, cuando ella terminó la universidad, nos casamos. Ahora tenemos una hija, bellísima. Mis padres y amigos se arrepienten de haber querido oprimir mi talento. O eso me dicen. Ahora se enorgullecen de mí, y les creo.
Mi hermano me apoya como siempre lo ha hecho.

 

Los sobrenombres borraron mi nombre por un tiempo, hasta que decidí demostrar que estaba en lo correcto. Yo nací para bailar. Ahora, en ballet soy el mejor porque dejo todo en el escenario. Por cierto, me llamo Juan.

 

Y tú, ¿tienes bien claro tu nombre?

Escrito por Karina Rojas Pérez

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