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El temor más grande del descuido más pequeño en la cocina | Fundación Michou y Mau

Son las 11 de la mañana y sabes que tienes 3 horas antes de que llegue tu hija mayor de la universidad a comer. Tu esposo pasará por ella y vendrán a casa como todos los días a la misma hora desde que tu hija entró a la universidad. Tú la acompañaste a la parada de autobús a las 5.30 de la madrugada, antes de salir el sol, para que llegara a tiempo y después regresaste a tender las camas, a organizar la casa y a quitar el polvo de los muebles después de dejar la ventana abierta la noche anterior a causa del calor de abril. Ahora son las 11am y después de hacer el quehacer, tienes tiempo de planear qué vas a cocinar para toda tu familia. Toda la mañana te ha acompañado tu hijo pequeño, quien apenas tiene 6 años y que lleva dos días en casa porque su escuela cerró por una huelga de maestros, una más que obliga quedarse a los niños en casa y a los padres a esforzarse aún más en su rutina. Por suerte, la huelga termina hoy así que mañana, tu hijo regresará al colegio. Son las 11am y comienzas a calentar agua para hacer el caldo de pollo. También planeas freir pechugas de pollo y cocinar frijoles negros. No tienes pensado hacer postre. Hoy es martes.

 

El consomé está listo. Los frijoles están finalmente suaves y cocidos y es hora empezar a calentar el aceite en un sartén para el plato fuerte. La ensalada de lechuga y jitomate que servirá de guarnición se puede preparar segundos antes de que todos se sientes a comer.  Decides mantener toda la comida caliente y aprovechas estos minutos de antelación para reducir un poco el consomé y los frijoles. Sabes que así se concentrará mejor el sabor en tu comida. Ahora son las 2 de la tarde y tu hija y esposo están a punto de llegar. Todo este tiempo. tu hijo ha estado sentado en la mesa dibujando sobre un pedazo de servilleta un coche, unas montañas y unas nubes. Son las 2 de la tarde y es hora de comer. Nunca llegan tarde. Siempre a las 2 en punto, tu hija toca el timbre de la puerta. Tu esposo fue a comprar tortillas porque olvidó aun cuando se lo has recordado tres veces durante el día. Una vez por mensaje, otra vez cuando llamó para preguntar si tu hijo se estaba portando bien y la tercera vez cuando le llamaste y le dijiste, «No hay tortillas en casa, no se te olvide pasar a comprar». Son las 2 de la tarde y escuchas el timbre de la casa. Es hora de comer y sales a abrir la puerta de la casa. 

 

Tienes las manos húmedas del jugo que sale del jitomate mientras lo cortas para la ensalada. Vas secándote las manos con tu delantal mientras caminas hacia la puerta de la casa. Tu hijo se quedó sentado terminando su dibujo. Ni siquiera lo dudas. Es más, ni siquiera lo tienes en mente cuando te apresuras a abrir porque escuchas el timbre en repetidas ocasiones. Sabes que tu hija toca el timbre muchas veces cuando tiene viene hambrienta. No lo hace con mala forma sino es simplemente su forma de hacértelo saber. Abres la puerta con las manos entre secar y tu hija te da un beso en la mejilla y pregunta, «Muero de hambre, mamá, ¿qué hiciste de comer?». Es justo en este momento cuando escuchas un grito. Escuchas cómo caen ollas al suelo y cómo se salpica todo. Escuchas un siseo lejano y tu hijo comienza a llorar como nunca lo has escuchado.  Te vuelves sorda por un instante y lo único que está en tu cabeza es el sonido de una tapa  retumbando en el suelo, tatatatatatata, tatatatata. Tu mundo se acaba. A tu hija se le desfigura el rostro y corre hacia la cocina. Tú la sigues desesperada. Temes lo peor. Tu mundo ha cambiado para siempre.

 

Esta es una de las realidad que miles de familias en México viven cada año. El descuido más pequeño puede tener las peores consecuencias. La cocina es uno de los lugares más peligrosos para los niños. Prevenir esos pequeños descuidos puede salvar la vida de miles de niños. Nunca bajes la guardia especialmente en la cocina y sobre todo cuando haya niños cerca. Tu mundo se puede acabar en segundos. La vida de los pequeños también.

 

En caso de emergencias, llama a QUEMATEL (01 800 080 8182)las 24 horas del día, los 365 días del año. Es totalmente gratuito y te dirán qué hacer y cómo actuar en caso de que el más mínimo descuido se convierta en la peor realidad.

 


Desde 1998, la Fundación Michou y Mau para niños quemados se dedica:

–  Al traslado de niños en riesgo de perder la vida por quemaduras al Hospital de Shriners Galveston o a las unidades especializadas en México.

– A la atención de niños con secuelas de quemaduras a través de diferentes apoyos como: revisiones médicas subsecuentes en clínicas de valoración que se dan en diferentes Estados, tratamiento psicológico para los pacientes y sus familias, ayuda para las prendas de presoterapia, traslados, alojamiento en albergues durante su estancia para las revisiones médicas, etc.

– A la creación de Unidades de Alta Especialidad en la Atención de Quemaduras en México

– La capacitación de profesionales de la salud: médicos, paramédicos, TUM, enfermeras, personal de rescate, etc.; para brindar atención especializada en quemaduras

– A prevenir a través de la Campaña Nacional de Prevención “No TQuemes” que cuenta con material audiovisual y didáctico para que aprendas con los más pequeños de la casa como no quemarse o qué hacer si tienen algún accidente que pueda provocar quemaduras 

Haz clic aquí si quieres conocer más de cómo prevenir quemaduras.

Conoce más de Fundación Michou y Mau en nuestra web www.fundacionmichouymau.org   y en nuestras redes sociales: 

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 Tu donativo nos puede ayudar a salvar una vida de un niño quemado. Haz tu donación aquí o puedes realizarla directamente en el banco Citibanamex en la cuenta Núm. 4153654 sucursal 298 a nombre de Fundación Michou y Mau I.A.P., clabe interbancaria 002180029841536548

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Esta es una colaboración entre Fundación Michou y Mau y Resilientemagazine.com