En Responsabilidad social hay un dicho: si algo haces bien, y no lo cuentas, entonces es como si no hubiera existido. En términos más coloquiales se podría decir que si tu esposa te pide hacer algo (barrer, aspirar, etc.) y no lo haces de forma que ella te vea haciéndolo, es como si no lo hubieras hecho. ¿Qué sucede cuando estás apoyando a decenas de familias a tener una mayor estabilidad económica al contratar a personas con contratos indefinidos o con salarios más altos que el medio, y no se lo dices al mundo?

Que te tilden de presumido será siempre mejor que te tachen de ineficiente. Y aquí es donde todo se cruza porque la inversión para el impacto social y ambiental muchas veces es evidente a los ojos de los que lo viven pero puede no serlo de igual manera para el mundo. Puede ser el caso que la fuerte inversión para lograr más cohesión social en una comunidad por parte de una empresa pase desapercibida o peor aún, quede en el anonimato. Se dice que el buen altruista no debe tener apellido y pienso que es correcta esta forma de ver la filantropía. Pero justo aquí es donde se da en el clavo. El marketing de la Responsabilidad social no es un altruismo disfrazado con traje de negocios. No es filantropía sino un instrumento para la competitividad. Por ello, cuenta todo lo que haces bien para, por lo menos, ser mejor que aquellos que no lo cuentan. Si inviertes una fuerte cantidad de utilidades de regreso en tus empleados, cuéntaselo al mundo. Si no lo haces, se verá todo como una ineficiencia para generar utilidades, por ejemplo.

El mundo de los negocios es en este siglo algo realmente cambiante. Si dejamos pasar una mínima oportunidad de tener más clientes o más fidelización con nuestros consumidores, estaremos en problemas muy pero muy pronto. Cuéntale al mundo como lo estás haciendo un mejor lugar. Cuéntales acerca de tu granito de arena.

Publicado también en Entrepreneur