Hace unos días me detuve a pensar que cada vez es más común sentirnos en un acelere constante causado por la cantidad de actividades que tenemos que realizar a diario, provocando que nuestra mente se ahogue en un mar de pensamientos que difícilmente nos permiten tener un momento de paz.  Estos pensamientos me llevaron a interesarme por la meditación y fue así que encontré el Centro de Meditación Shambhala Ciudad de México, donde escuché por primera vez el término meditación social.

La meditación social es una técnica desarrollada por el maestro de meditación Nick Kranz, la cual se practica en centros Shambhala en todo el mundo y a diferencia de la meditación tradicional, tiene como objetivo enfocar la atención en las demás personas. Quise conocer más de que se trataba y asistí a una sesión la cual comenzó con un grupo de personas, senadas en círculo con la única instrucción de sentir el momento presente y compartir lo que sintiéramos en ese momento, evitando traer experiencias del pasado o intentando resolver las inquietudes de los participantes.

Cuando comenzó la práctica el silencio dominó nuestra presencia, hasta que alguien decidió compartir lo que se sentía estar en silencio y escuchar cómo a lo lejos la vida seguía su transcurso natural, con ruidos, risas, autos. Cuando alguien decidía compartir su experiencia, debíamos centrar nuestra atención en escuchar a esa persona, pudiendo mirar a los ojos siendo sinceros en nuestra escucha. Cada vez que inundaba el silencio me percataba que mi mente se llenaba de pensamientos, como si fueran un dibujo con tantos rayones que era imposible enfocarse en uno solo. Solo en el momento en que alguien hablaba, la mente regresaba a poner atención, a mirar a los ojos a esa persona y a sentir lo que transmitía.

No te pierdas la siguiente entrega de este artículo el próximo miércoles.

Escrito por Mariana Barajas

Colaboradora de Terraética