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¡Marque con una X el menos piiiiior!, por favor

Cada vez se ve más evidenciado el circo que arma la clase política del país, para el deleite de sus seguidores. Basta ver rápidamente las noticias en redes sociales y medios para ver a qué político pillaron en algo turbio recientemente, a quién ya no le cuadraron las cuentas. Y peor aún, vemos a candidatos y a partidos en una consistente guerra de dimes y diretes, que en nada prosperan en materia de justicia o política públicas, aunque «¡qué importa en tanto sea políticamente rentable!». Y es así que dividiendo las opiniones de los mexicanos, echan por la borda el proyecto de nación y de bien común.

Cada ocasión que un debate es utilizado por los candidatos con el fin de contarnos sus proyectos así como apedrearse lo corruptos y deleznables que son entre sí, subestiman la inteligencia y sentir de los mexicanos. Cada palabra de los políticos insulta nuestra sed de honestidad, trabajo y liderazgo. En cada uno de los debates que organiza el Instituto Nacional Electoral, propicia cuestionarnos si para eso estamos pagando el costo del INE. Igualmente nos preguntamos con qué calidad ética, moral y profesional habla cada uno de los candidatos nos habla de honestidad cuando contestan contestan al estilo de un niño, «¡pero fulanito hizo algo peor!». Y todo lo complementan con el popular kit “dame tu voto” ya sea con playera, gorra, mandil, tortillero y poster con la cara de su candidato para colocarlo en nuestros hogares como si todos fuéramos talleres mecánicos.  ¿Eso es hacer política?

 

Al INE poco le falta para poner en las boletas «¡Marque con una X el menos PIOR!, por favor».  A los mexicanos nos interesa un candidato con auténtico interés en el bien común y su capacidad política, de administración y estratégica al presentar específica y detalladamente su proyecto con objetivos, líneas de acción, metas, actividades, recursos necesarios y especialmente su medición y evaluación de impacto. ¿Por qué los políticos consideran que todos somos simpatizantes de su circo? ¿Por qué consideran podemos votar por ellos? ¿Por qué carecen de propuestas completas y unificadoras? ¿Y por qué, ya en su ejercicio como ejecutivo y legislativo, continuamos a la espera de su desempeño pulcro y apegado a derecho en torno al bien de la nación?

 

Aun después de ser elegidos, y ya en ejercicio público, continúan cometiendo aquellos actos que denunciaron en campaña.  ¿Por qué las leyes continúan siendo tan permisibles? En México y en Coahuila no queremos que les den chile a las lideresas de colonia sino que queremos que sean ellas las primeras en organizar a su comunidad sin lucrar con ella. Tampoco queremos una tarjeta con beneficios canjeables en caso de ser electo porque los programas sociales son derecho de todos los mexicanos y no están condicionados a nada, salvo a necesidades y recursos de sus beneficiarios. Tampoco nos interesa un mesías, con propuestas milagrosas.

 

Necesitamos un líder que unifique pues el Estado no avanza solo y menos dividido. Si se eliminara del presupuesto de los partidos políticos el concepto de artículos promocionales, si el INE penalizará reduciendo inmediatamente la partida a cada grupo político involucrado en actos de corrupción y si se destinará el total de las penalizaciones a servicios de salud, educación y nutrición, quizá comenzaríamos todos a avanzar la contra la corrupción.

 

Escrito por Araceli Guerrero