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Los transgénicos y la ceguera selectiva: cuando el lobbying es más fuerte que la razón

Hoy para mí es un día triste porque un periódico que yo pensaba y juraba bastante racional, muestra un diente que se ve comprado con dinero sangriento. El Páis, periódico para mí de referencia, ha estado últimamente  produciendo artículos con tituales de dudosa calidad ética y hoy culminan una serie de malas semanas con un artículo plagado de errores argumentativos, curiosamente, los mismos que utiliza el lobbying de los transgénicos, y ocultan el mayor problema de estos: la destrucción del sustento de vida de millones de personas en el mundo y la creación de una total depedencia al mundo de las corporaciones, en específico Monsanto y poco a poco, se puede ir viendo entre líneas, Bayer.

Es curioso el juego que hacen los lobbyistas para proteger a los transgénicos. Paso 1, crear un problema que seguramente es fácil de contestar. Paso 2, ocultar el verdadero problema que lleva de fondo. Paso 3. Rebatir únicamente el problema creado en paso 1, para que todo el mundo pueda ver su razón y aleje la vista de lo que oculta el paso 2. En el mundo de los transgénicos hay muchos problemas pero el mayor conflicto es el de la propiedad intelectual (lo que se oculta en el paso 2), y no es el de (lo que sucede en paso 1) el de la seguridad genética y daño que puede ocasionar a los humanos. Como funcionan los lobbyistas de los transgénicos es que llevar la discusión al paso 1 para poder con datos argumentar todas las bondades de los transgénicos. El resultante es que todos los artículos que hablan del tema (a favor) siempre atacarán el Paso 1 pero nunca irán tras el problema del Paso 2. ¿Por qué? Porque precisamente ese es un problema ético que a la gente le daría aberración de saberlo. Es, aquello que está detrás del Paso 2, la razón por la que Greenpeace, la Unión Europea y otros muchos organismos, están en contra de los transgénicos.

El problema del Paso 2 viene así: si tú eres productor de soya (trigo, maíz, cebada o lo que quieras),  puedes comprar tu grano de cualquier proveedor, para usarlo, cosecharlo y guardar un sobrante para la siguiente cosecha, o bien, si tu producción es muy grande, puedes simplemente comprar más de tu proveedor el siguiente año. Si quieres usar un grano híbrido (con propiedad intelectual), sucede absolutamente lo mismo. Hasta ahí, todo bien. Es, en teoría, libre mercado. Cada productor tiene capacidad de decisión en ello, y ya depende de sus costos, gastos, tiempos, gestiones, etc., para saber qué camino tomar. Con los transgénicos, es todo diferente por una razones: no puedes guardar y usar el restante de soya para la siguiente temporada porque estarías infringiendo la ley. Y mucho peor es que los granos transgénicos son tremendamente invasivos por lo mismo que son genéticamente modificados. Si tu tienes tu parcela y usas transgénicos, lo más probable es que en un par de años, o un poco más, la parcela vecina habrá sido contaminada por el grano transgénico y en poco tiempo, también ese grano deberá pagar propiedad intelectual para no romper la ley, año con año. De repente, de la nada, un productor que tenía un proveedor local, deberá pagar sin deberla ni temerla, a Montsanto y pronto a Bayern, derechos por un grano que él nunca decidió utilizar. Este es el problema de los transgénicos: el destruir a millones de productores en su trabajo y hacerlos todos depender de las corporaciones de transgénicos. Por esta razón Greenpeace batalla contra ellos y es la razón por la que la UE no los aceptará. No es solo un tema de salud pública sino de libertad de decisión. Todo esto es lo que los artículos pagados o bajo lobbying ocultan. ¿Por qué? Porque todo ellos van al paso 1 y no al paso 2.