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El viento que deja a Televisa respirar

El nuevo milenio trajo consigo nuevas plataformas para la distribución de contenidos audiovisuales. YouTube y Netflix sin duda llegaron para modificar la manera en la que se transmite el contenido a las masas, logrando impulsar opiniones y personajes que quizá no hubieran tenido trascendencia en los espacios limitados que la televisión abierta proporciona. Claramente sin el internet estas posibilidades no hubieran sido conocidas. Y fue también el poder de la globalización que las hizo lo que son puesto que ahora cualquier acontecimiento puede convertirse en viral en cuestión de segundos, sin importar lo trascendental que sea.

Considerando que aproximadamente un 41% de la población mexicana no cuenta aún con acceso a internet, mucho de lo que se comparte y se habla en línea no llega a oídos de millones de personas cuyo acceso a información relevante sigue siendo el periódico, la radio o la televisión. En esta ultima, la Rosa de Guadalupe de Televisa se ha posicionado como una de las emisiones más populares de la televisora, gracias a que su blanco de audiencia desde un inicio fue precisamente a las familias mexicanas de clase media baja y baja; mismas con una creencia religiosa muy fuerte que se identifican con la Virgen de Guadalupe. Al utilizar a la morenita como una parte fundamental de las historias contadas, el transmitir mensajes e historias en base a ella, facilita la comprensión del receptor.

Pero más allá de ser sujeto de burla, la Rosa de Guadalupe nos demuestra cada semana que cuenta con un grupo de guionistas muy actualizado que sigue tendencias -como lo fue la rapidez de presencia en televisión del caso de #LadyCoralina- busca aprovecharlas en su contenido dirigido a un sector de la sociedad mexicana que no siempre cuenta con la oportunidad de seguir modas que surgen por internet. Sí, es posible criticar las deficiencias del programa en cuanto a actuación, guión y dirección en cada capítulo, pero al final del día transmiten temas responsables socialmente, que si no fuera por ellos nadie los abarcaría dejando más espacios para programación lleno de violencia, agresión y poca esperanza.

Escrito por

Frida Rodríguez