El día 21 de septiembre en el diálogo con la comunidad del Hospital Rural Hecelchakán de Campeche, el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador exclamó que el Tren Maya

“Se va a hacer quieran o no lo quieran, me refiero a los conservadores, que están queriendo poner obstáculos”

Los obstáculos que imponen los ambientalistas catalogados como conservadores son las ocho áreas naturales protegidas amenazadas por el proyecto, que son:

• Parque Nacional Palenque
• Área de Protección Cañón del Usumacinta
• Reserva de la Biosfera de Calakmul
• Reserva de la Biosfera Los Petenes
• Área de Protección Yum Balam
• Área de Protección Manglares de Nichupté
• Reserva de la Biosfera Sian Ka’an
• Área de Protección Uaymil

La división que causa un tren en las áreas naturales protegidas es que dicho proyecto implica un riesgo enorme para la flora y la fauna de la región, en especial para el jaguar que necesita desplazarse por los territorios divididos para reproducirse. Al no hacerlo se causa la endogamia y consecuentemente la extinción de la especie.

El predador es clave para mantener el equilibrio ecológico de estos ecosistemas, sin mencionar el resto de las especies amenazas, un desbalance de este nivel puede tener como consecuencia un remplazo de selva tropical por una tierra sin vegetación como se vivió en el Parque Nacional Yellowstone.

“Llueva, truene o relampaguee, se va a construir el Tren Maya. Quieran o no lo quieran”

Si gana la terquedad, se dejará de lado un modelo de desarrollo sustentable que busque un balance económico, ambiental y social en conjunto, y se reemplazará por un trámite llamado Manifestación de Impacto Ambiental. Y es que en lugar de negar los hechos, debemos de identificar los riesgos que impone el proyecto con la intención de poder mitigarlos y buscar las alternativas apropiadas. En el discurso, el Presidente justifica la obra mencionando que es para un beneficio de la región pero de nada servirá el desarrollo económico del sureste del país si estos actos ponen en riesgo el bienestar y la vida de los ciudadanos al amenazar los recursos naturales y vitales.

Escrito por María Fernanda de la Garza