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El lunes del Godínez, el viernes del empresario

«Quiero que sea lunes para despertarme tempranisimo, meterme en el tráfico y no salir de la oficina por 8 o 9 horas» dijo nadie, nunca. En su forma más corta, esto se podría resumirse en «quiero que sea lunes». Y es tan temido el lunes para toda persona que trabaja en una oficina porque es el regreso a la rutina laboral, a las presiones y a perseguir la famosísima chuleta. Pero el tiempo es inexorable, como diría un cómico mexicano, y a todo domingo, le sigue un lunes. El comienzo de semana para muchos significa el final de la diversión de la vida, es decir, del ocio, del momento familiar o simplemente del descanso merecido. Cuando cada semana tenemos que regresar al trabajo, cada domingo será un momento de ansiedad.

Cosa contraria es la que le sucede al emprendedor o al empresario. El ansia viene cuando llega el viernes y no el lunes. El empresario se pregunta cómo poder vender si en sábado o domingo las oficinas cierran;»¿cómo agendar reuniones de venta cuando en viernes, en la tarde, ni el más profesional de los trabajadores, contesta el teléfono en temas extra-urgentes externos?». Para el empresario, cada fin de semana se le cierran las puertas como así se abren los lunes. No voy a decir que se esperan los lunes con más júbilo que para otras personas pero pero sí es importante decir que los viernes no se reciben con tanto gusto «como antes».

Y sucede lo mismo con las vacaciones. Llegan las vacaciones y es el momento más esperado para el grosso de la población. A todo empresario le llega diciembre y lo único que sabe es que serán momentos de poca venta y mucho gasto. Junio y julio no es tan difícil pero imposible sí lo es lograr una venta en Semana Santa. Todo es percepción y maneras de entender la vida.