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El emprendimiento para cambiar el mundo

Una idea basta para cambiar todo, para destruir aquellos paradigmas anteriores e imponer nuevas estructuras en la sociedad. ¿De qué hablamos? De todas aquellas ideas que han logrado cambiar las formas en la que vivimos, tanto disruptivamente como de forma pausada. Lo importante es ver que todos estos cambios vienen de ideas pequeñas que tuvieron futuros enormes. Muchas de ellas vinieron de emprendedores que vieron un área de oportunidad y que sin dejarse batir y peleando contra la frustración, crearon, a través de un esfuerzo enorme, un cambio actual.

Hay dos formas de desmerecer estos emprendimientos: 1, por suerte y 2, porque tenían todo a favor. Un emprendedor siempre sueña con tener más recursos para innovar o siempre sueña con tener mejores ideas, unas que tengan mayor alcance y mejor mercado. De los demás, el mundo no emprendedor, piensa que aquellos casos de éxito tuvieron suerte y tenían recursos para salir adelante. Y peor aún, que tenía una idea brillante, una en un millón.

Pero curiosamente esas ideas únicas no son ni tan únicas ni traen siempre torta bajo el brazo. Es más, todo lo contrario. Para ideas se pueden encontrar miles en cualquier emprendedor, sin embargo, lo que hace la diferencia en muchos casos en aquello que muchos llaman serendipia o coincidencia o bien destino. ¿Por qué? Porque son tantos los elementos que deben coexistir simultáneamente para que una empresa sea disruptiva que hacen que estos proyectos parezcan únicos. Ahora bien, cabe decir, este conjunto de elementos siempre coinciden en tres: alguien que te compre la idea (mercado), una idea atractiva (producto) y todas las ganas del emprendedor (muchos trabajo). Teniendo estos tres elementos, lo disrruptivo se hace cada vez menos especial y único, y por fin, se consigue el camino hacia la innovación y a la competitividad.