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Desde Tequila, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré recordando mis pasos por Tequila, Jalisco, específicamente por  la zona de agaves azules. Durante mi estancia en Tequila tuve la oportunidad de conocer de primera mano el complejo y encantador proceso que transforma la piña del agave en esa bebida que ayer disfrutamos al grito de ‘Viva México’. También conocí la otra cara de Tequila: la de los productores de ‘huachicol’, aquel alcohol adulterado que te venden como tequila increíblemente barato pero cuyo consumo te perjudica de la misma increíble forma.

Pienso que el orgullo y motivos para celebrar el ser miembro de este hermoso país se asemeja mucho a lo que pasa con el Tequila y el ‘huachicol’. Por una parte existe un gusto fenomenal de -geográficamente- encontrarse en el lugar que ha sido escenario de grandes civilizaciones como lo fueron el imperio azteca, el imperio tarasco y, mucho más al sur, los mayas. El gusto es el ser producto de un mestizaje tan nutrido que produjo una Sor Juana, un Juan Ruíz de Alarcón, entre otras grandes mentes novohispanas. Y así podríamos seguir hasta la fecha donde nombres como Morelos y Pavón, Justo Sierra, Belisario Domínguez, Pancho Villa, Lázaro Cárdenas, Lombardo Toledano, González Camarena y más recientemente Jesús Reyes Heroles, Ricardo Pozas, Octavio Paz, Eduardo Molina son referentes de lo que un mexicano enamorado por su país hace y es capaz de lograr.

Por otra parte tenemos ‘el huachicol’: aquellos que celebran la mexicanidad como restringida a un triunfo deportivo, o peor aún como un medio para entretener y festejar, así sin más; sin apelar a lo verdaderamente grandiosos de este país y de nuestra cultura. Por eso, y para no “huachicolear”, el día de ayer decidí ignorar deliberadamente a aquellos pseudo-líderes cuya celebración patria consiste en acarrear  – a veces con gastos todo pagados- a gente que por necesidad, ignorancia o perversa complicidad asisten a desfogarse más que a celebrar. Celebremos la oportunidad de haber nacido en este país no sólo una vez al año sino diariamente: saliendo a la calle con la mejor actitud posible, conviviendo con aquellos que apreciamos y siendo solidarios con quienes habitan en nuestro entorno más cercano. México es tan grande como el esfuerzo que hagamos por él. Tú país es mucho mejor que ese conjunto de políticos irresponsables en su actuar y en su decir. Mi país supera por mucho esa serie desagregada de casos de corrupción y escándalos semanales. Tú país, mi país, nuestro país vale cada esfuerzo que por él hacemos. ¡Viva México!

 

Escrito por Erick Aguilar

 Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

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Editado por Resilientemagazine.com