Home / Viajero  / Desde la Alharaca, viajero

Desde la Alharaca, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré sorprendido por la gran alharaca causada por el hecho de que un par de personas sin el perfil/preparación profesional adecuada ocuparan puestos de mando medio en la institución que marca la pauta de la ciencia y tecnología en México: el Conacyt. El ostentarse como funcionario especializado sin tener la preparación correspondiente es uno de los grandes cánceres de nuestro tiempo. Recuerdo que en la última década del siglo pasado un tal Fausto Alzati llegó a ocupar cargos de nivel secretario de Educación Pública o director general del Conacyt ostentándose como doctor sin tener dicho grado –de hecho cuando fue Director del Concayt ni posgrado tenía. Fue conocido como el “Dr. Falsati” –haciendo alusión a lo falso de su perfil. Lo último que supe de dicho personaje es que cayó en desgracia a mediados del sexenio pasado. Dejó de tener el favor de quienes nombraban funcionarios a fuerza de siempre causar escándalos públicos.

 

Es triste el mensaje que se le manda a las jóvenes generaciones, más vale tener conocidos que tener conocimiento. Parece que nadie repara en la máxima que mis profesores de la universidad me enseñaron “El primer acto de corrupción de un funcionario es aceptar un puesto para el que sabe que no está preparado”. El gran dilema de las democracias actuales es que cualquiera puede ocupar puestos de elección popular de suprema importancia sin tener la más mínima idea de lo que se debe hacer. Sócrates planteaba el ejemplo del piloto de nave -que precisa de cierta preparación. Someter dicho nombramiento a la voluntad popular por sobre la preparación equivale a estrellar la nave con todos sus pasajeros. Una democracia con voto libre y universal precisa de altos estándares ciudadanos, educativos y éticos, estándares que son totalmente opuestos a las prácticas culturales y políticas de naciones que han encumbrado a un Donald Trump (EU), a un Jimmy Morales (Guatemala), a un Jair Bolsonaro (Brasil) y más localmente a un Cuauhtémoc Blanco famosos por todo menos por su decencia, por su ética, por su probidad, por su preparación profesional y por su experiencia en asunto públicos.

 

Celebro que hoy el nepotismo, el frívolo favoritismo, el capricho financiado con el presupuesto gubernamental haya sido expuesto a la luz pública y como consecuencia se haya retirado del servicio público a dos personas sin la razón profesional ni los méritos académicos para ocupar los respectivos puestos. Sin embargo, como pasajero de esta nave llamada México me preocupa que la inaplazable discusión de: quiénes deben elegir al piloto y qué perfil debe tener dicho piloto está silenciada -incluso clausurada- por los artículos 34 y 35 de nuestra Constitución. ¿Cuántas veces hay que estrellar la nave para saber que necesitamos al mejor piloto, repito, al MEJOR; no al más botudo, no al más alcohólico, no al más copetón, no al más honesto y menos al más académico?

 

Escrito por Erick Aguilar

 

Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

Facebook