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Desde  el megasimulacro, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré en plena calle escuchando la alerta sísmica por primera vez sin sentir temor desde el 2017. Tras un aniversario más de los sismos de 1985 y 2017, se realizó un megasimulacro en la Ciudad de México. Dicho simulacro estuvo previsto para las 10 am. del jueves 19 de septiembre. A través de los más de 12 mil altavoces que existen en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México sonó la alerta que dio pie a que edificios gubernamentales, unidades habitacionales, escuelas de nivel básico, mercados públicos y universidades comenzaran el desalojo ordenado de sus instalaciones.

 

La autoridad previó la participación de más de 6 millones de personas en la Ciudad de México. De hecho, a lo largo de la semana, en algunas instituciones se hicieron simulacros previos con el fin de practicar en pos de un mejor desarrollo del megasimulacro. La curiosidad no me permitió quedarme estático por lo que decidí salir a la calle para observar cómo se dio la participación de aquellos que hace 2 años no dábamos crédito a lo que nuestros ojos veían. En efecto la alerta sísmica sonó por unos breves momentos, los autos y las personas no dejaron de transitar hacia sus destinos, afuera de edificios habitacionales había contadas personas –la mayoría de la tercera edad- realizando el simulacro, los negocios locales evacuaban ordenadamente a su personal. En resumen, por lo que me tocó ver, la participación fue escaza en aquellos lugares por donde transité. Por otra parte, leí reportes y vi imágenes de zonas en donde hubo una enorme participación de la población, dichas zonas generalmente fueron aquellas donde la población en su mayoría labora o estudia. Aún no tengo una explicación para semejante contraste sin embargo aventuro que los protocolos de seguridad de escuelas y empresas/dependencias rebasan por mucho la individual iniciativa del hábito de la prevención. En efecto, la prevención es un hábito que aún nos falta inculcar en el seno del hogar. ¿Cuántas desgracias podrían evitarse si como ciudadanos tomáramos las mínimas precauciones en nuestro hogar?

 

En fin, veo cómo poco a poco la gente regresa a sus labores, las personas de edad avanzada que aún permanecen en las puertas de sus viviendas empiezan a platicar sobre el sismo de septiembre –no alcanzó a escuchar a cuál de los dos se refieren- y por un momento recuerdo ese puño alzado que durante una semana se volvió un símbolo de esperanza y que servía para guardar silencio y escuchar a quienes estaban atrapados entre los escombros. Recuerdo a la perrita Frida cuya cándida imagen servía para alegrar a los niños en medio del desastre y recuerdo que soy, que somos afortunados de seguir aquí pese a no tener tan arraigado el hábito de la prevención.

 

Escrito por Erick Aguilar

Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

 

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