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Desde El Lado Oscuro del Corazón, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré tratando de identificar los poemas de Mario Benedetti, Juan Gelman y Oliverio Girondo al ser declamados indistinta e inesperadamente. El lado oscuro del corazónes una película que me sorprendió con paisajes porteños, noches uruguayas y ese sabor melancólico que tienen las canciones de Los Panchos. Por casi dos horas atestigüé el íntimo retrato de creadores bohemios y poetas taciturnos que el director Eliseo Subiela logró impregnar en el celuloide.

 

El encuentro de un poeta -Oliverio- con una dueña de caricias ajenas forma el nudo que da pie para cruzar varias veces el Río de la Plata con dirección al Sefiní, donde labura–porteños dixit– Ana. Nuestro poeta que vive y mal vive por ser fiel a su arte tiene como voz poemas que a la menor oportunidad espeta a los chimpancés disfrazados de traje y zapatos. Las conquistas casuales se vuelven aburridas y sosas en tanto no hay una mujer que llene sus expectativas.

 

Ana –ese es su nombre de guerra- es un abismo de pasión y como toda meretriz profesional su corazón está más que clausurado. A pesar de su frialdad, algo pasa y tanto Oliverio como Ana logran traspasar las mutuas barreras y entrar en un sitio virgen, inexplorado, inseguro, en pocas palabras: un sitio oscuro de sus corazones.

 

Entiendo al lado oscuro del corazón como aquel sitio íntimo donde anidan nuestras solitarias quimeras. En el mejor de los casos esperan un día poder ser conjuradas al exilio por alguien que se atreva a ir más allá de la zona segura, de los hábitos, de las recetas y los juramentos de amor. En el peor de los casos, esas quimeras se vuelven colonizadoras implacables de lo que resta de nuestro corazón y esperanzas, nos comen, nos engullen, nos matan en vida.

 

Desde hace mucho tiempo soy partidario de los opuestos complementarios. Todo muere porque todo alguna vez nació; nuestra mayor fortaleza encierra nuestra mayor debilidad; nuestro corazón resplandece como forma de no sucumbir a las tinieblas que lleva en sí mismo. En fin, el amor que nace en puteros o la riqueza material que deja la poesía, son temas con que Eliseo Subiela busca increparnos.

 

Por último debo decir que El lado oscuro del corazón es una película enormemente disfrutable y más cuando el gran Benedetti sale a cuadro declamando versos en alemán, algo para el baúl de los recuerdos sin duda. Nos recuerda cierto Corazón coraza.

Escrito por Erick Aguilar

Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

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