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Desde el Camino, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré recorriendo una de las principales autopistas del país, una que desde hace más de 20 años se pregonó como una de las más avanzadas carreteras, la cual nunca ha estado habilitada al cien por ciento. En más de 20 años la llamada Autopista del sol ha sido una antología de derrumbes y pésima planeación en la construcción de un camino. Incluso -me cuentan aquellos que coleccionan anécdotas- se dice que previa inauguración y antes de que el entonces presidente Salinas la recorriera en helicóptero, las partes incompletas se mandaron pintar de negro para que el titular del Ejecutivo federal no notara lo incompleto de la obra.

A más de 20 años de distancia, observo obra tras obra, luces de emergencia y fantasmas tras fantasmas señalando ya no una carretera mal planeada y peor construida sino un camino que lleva a uno de los lugares más violentos y que el crimen organizado ha destruido, y que hace no mucho solíamos llamar Acapulco, joya de sol, arena y mar de fama internacional. “Si así está el camino, imagínate el pueblo” se dice. Y en efecto el camino está en pésimo estado –así se inauguró-  pero el pueblo, el pueblo debería estar mejor…y también Acapulco.

El día es el mejor momento para transitar por caminos de este tipo. Con la vastedad de cerros en el horizonte, el verdor que envuelve todo alrededor y los cerros taladrados uno se siente ser una hormiga pasando entre pies de gigantes. Aunque el camino sea sinuoso y el destino poco alentador, siempre está el horizonte que con su tierno beso entre la tierra y el cielo nos promete tiempos y lugares mejores.

Escrito por Erick Aguilar

Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

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Editado por Resilientemagazine.com