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Desde el bodrio, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré en Zacatepec de Hidalgo, en Morelos. Cuando uno viene por la pista puede ver a la lejanía un bodrio bicolor, cuyas franjas verdes y blancas dan la impresión de ser una especie de granero descuadrado o algo similar.  Conforme uno se acerca al centro de Zacatepec, el bodrio se hace más y más grande a tal grado que al encontrarse en lo que uno pensaría es la plaza principal, una estructura metálica que desentona totalmente de la traza urbana del lugar se erige como un gigante. Dicha estructura alberga un estadio de futbol, con las medidas y especificaciones propias para que partidos de la primera división del futbol mexicano se lleven a cabo en su interior. En un primer momento estuve impresionado por lo que consideré negligencia de las autoridades al construir un estadio en pleno centro del municipio y ocupar el espacio público de lo que parecía haber sido una plaza principal con todo y quiosco.

 

Los romanos fueron tan sabios que cada que fundaban una ciudad marcaban un cuadrado y en tres lados de dicho cuadrado se encontraban albergados las sedes de las potencias máximas de ese entonces. Así, de un lado estaba la religión (representada por la iglesia), de otro el comercio (representado por el mercado) y finalmente en un tercer lado de este cuadrado urbanístico se encontraba el gobierno (representado por el ayuntamiento). Dicho modelo se precia en diversos lugares a lo largo del mundo, sin embargo en Zacatepec vi un estadio ocupando  y violando los preceptos romanos.

 

Pensando que la construcción era reciente y vilipendiando al gobernador en turno, fue mucha mi sorpresa cuando supe que el estadio fue construido en la década de 1950 y que el gobernador en turno sólo lo remodeló. La gente, al parecer, está conforme con su estadio y no escuché alguna voz –más que la mía- que se quejara de la construcción. Caí en cuenta de que a veces las ideas y preconcepciones propias –por más que esten apoyadas por el conocimiento romano- pueden ser una forma de imposición y hasta autoritarismo hacia realidades distintas y evaluadas de forma diferente por otras personas. Así, un estadio que yo considero un bodrio por muchos motivos, para la gente local es un edificio que les da la oportunidad de ver a sus jugadores favoritos de la liga mexicana de futbol. Ellos estan felices y conformes con algo que yo censuraría. La tolerancia y el entendimiento se hacen más necesarios entre más preconcepciones e incluso conocimiento especializado exista… ¿a quién más habré ofendido con mi supuesta verdad? Si es el caso, las disculpas no se hacen esperar.

 

Escrito por Erick Aguilar

 

Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

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