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Desde el Apatlaco, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré refugiándome de la lluvia que caía a cantaros en el centro del estado de Morelos. La lluvia, al igual que en otras ciudades causa mucho tráfico y hace que los peatones corran de cornisa en cornisa para no mojarse. Es cierto que nos hemos acostumbrado a ver en la lluvia más inconvenientes que cosas positivas, sin embargo no hay que olvidar que gracias a ella la vida sigue. En el caso particular de esta zona del estado de Morelos, la lluvia ayuda a nutrir el caudal de uno de sus tantos ríos, el río Apatlaco. Dicho río es un cuerpo importante de agua en tanto pasa por zonas centrales de diez municipios (Huitzilac, Cuernavaca, Emiliano Zapata, Jiutepec, Temixco, Xochitepec, Zacatepec de Hidalgo, Jojutla de Juárez, Tlaltizapán y Puente de Ixtla), incluyendo la capital del estado.

 

Tristemente a su paso por las zonas urbanas, el río recibe los desechos tanto de los domicilios circundantes como de las empresas cercanas al cauce, lo que ha provocado un grave problema al transformar un cuerpo de agua tan importante en un foco constante de contaminación y de enfermedades para la población. En una caminata por las orillas del cauce se puede observar que a lo largo del río Apatlaco los tubos de drenaje que salen de las casas y vierten las aguas residuales al río son algo común. En la zonas donde existen barrancas –principalmente en la ciudad de Cuernavaca- la gente acostumbra tirar bolsas de basura al río, incluso hay casas que, aprovechando su colindancia con el río Apatlaco cobran entre $5 y $10 pesos por permitir que el público en general pase a su propiedad y tire su basura al cauce ($5 pesos la bolsa chica y $10 pesos la bolsa grande). También es común observar que río abajo todavía hay personas que pescan en las zonas que aún conservan un poco de fauna acuática con fines de consumo humano. Lo anterior es tremendamente grave puesto que la contaminación trófica es evidente, dichas personas justifican su acción con frases como no pasa nada, desde mi abuelo hemos pescado aquí y nunca nos ha pasado nada”.

 

Lo que pasa en el río Apatlaco es fácil de ser visto en otros ríos del país, donde gente y empresas los usan como banda de transportación de desechos sin reparar en la vida que matan –al interior de los ríos se gestan complejos ecosistemas que son afectados- y en la destrucción que a la larga acarrea el envenenamiento de cuerpos de agua, envenenamiento que tarde o temprano llegará a nosotros. Es tiempo de cambiar para mejorar…aunque ya sea un poco tarde.

 

Escrito por Erick Aguilar

 

Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

 

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