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Desde American Cemetery, viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré caminando por San Cosme casi esquina con circuito interior. Específicamente en el cementerio de soldados estadounidenses. Originalmente el cementerio formaba parte de un terreno más grande destinado a inhumar ciudadanos británicos. De hecho, la Capilla británica está muy cerca del lugar. El cementerio militar estadounidense de Tacuba es uno de los 24 que existen alrededor del mundo y en un primer momento estuvo destinado para los soldados caídos en la guerra de 1847 y subsecuentemente se permitió que familiares de los soldados e incluso personal diplomático fuera inhumado aquí. Cada que paso por este lugar viene a mi mente la ironía de haber destinado un terreno para ser el cementerio de aquellos soldados que vinieron a invadir el país y a asesinar a sus habitantes. Pero también dentro de los pensamientos encontrados que me genera este lugar, el que más resalta es el relativo a lo triste que debe ser morir y ser enterrado en una tierra extranjera que en su momento luchó a muerte contra uno. En algunos textos relativos a lo que fue la guerra de 1847 y el robo de la mitad de nuestro territorio, especialistas estadounidenses han pedido disculpas al darse cuenta de la injusticia que el gobierno estadounidense de ese entonces cometió contra México. Se agradecen las disculpas pero no creo sean ellos quienes debiesen darlas.

Exploro las disculpas como algo no acabado y que ha perdido seriedad desde hace ya varios ayeres. Constantemente se ven escritos en los periódicos titulares en donde figuras políticas, religiosas y hasta mediáticas se centran en pedir disculpas. Algunos religiosos piden disculpas por la inquisición medieval, otros tantos políticos por las acciones deleznables para las que usaron sus investiduras e incluso alguno que otro individuo dedicado a la farándula se disculpa por comentarios o acciones obscenas contra “su público”. Si bien el prefijo latino dis- indica oposición, entendemos que la una DIS-culpa: implica oposición a la culpa, es decir, que no hay culpa. Por lo que pedir una DISculpa sería pedir “no tener culpa”, muy diferente a ex-culpar (ex-: separar, quitar). Y aquí un juego de palabras engañoso puesto que si uno clama “no tener culpa” de comportamientos conscientes que realizó con toda la intención y hasta sistemáticamente, entonces existe un cinismo, una desfachatez y una falta de vergüenza total.

La disculpa es algo que se supone desde pequeños nos enseñaron a pedir cuando cometíamos un error. Cuando le pegábamos -con intención o sin ella- a algún compañerito del preescolar, incluso pedimos disculpas a quienes amamos por a veces lastimarlos sin embargo el valor de una disculpa estriba en no volver a tener culpa, es decir, en no volver a cometer en el futuro aquello por lo que uno se disculpa de otra forma son sólo frases huecas, sin sentido. Quizás en ese punto la etimología de “oponerse a la culpa” tenga el sentido  en que uno no se opone a futuro a la culpa. Es decir, en futuras acciones la culpa no recaerá en uno en tanto no habrá ninguna acción que nos culpeindependientemente de si nos construyen un monumento al soldado desconocido o si somos enterrados y olvidados en un país extraño.

Escrito por Erick Aguilar

Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

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