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Desde 3er Aniversario, Viajero

Al tiempo de caminar por la vida, me encontré observando el calendario y cayendo en cuenta que en este mes se cumplen 3 años de esta columna. Antes que otra cosa, reitero el agradecimiento a quienes hacen posible Resiliente Magazine, en particular a mi querido amigo Roberto Carvallo quién cada viernes me sorprende ilustrando cada Viajero. En una época mediática, donde las redes han ampliado el ágora pública, es una alegría poder participar semanalmente desde este modesto –y feliz- espacio.

 

A través de sus columnas de opinión publicadas en L’Esperesso, el maestro Eco nos enseñó y problematizó la diferencia entre ser famosos y estar en boca de todos:

 

“…existía una distinción muy rígida entre ser famoso y estar en boca de todos. Todo el mundo quería ser famoso como el arquero más hábil o la mejor bailarina, pero nadie quería que hablarán de él por ser el cornudo del barrio, el impotente declarado o la puta más irrespetuosa.”

 

También Umberto Eco, preconizó que a la larga los individuos dejarían de lado tal diferencia y buscarían ser conocidos independientemente de sus virtudes o vicios. Hoy el ciberespacio y los mal llamados influencery video-blogers (vloggers) nos dejan en claro que ese momento llegó. Se puede ir Auschwitz o a Chernobyl para grabarse cotorreando sin un mínimo interés o reparo de lo que esos sitios representan. Y lo más extraño de todo, dichos sujetos son patrocinados por empresas “serias” que los usan como vulgares correas de transmisión…o vendedores en el mejor de los casos.

 

Entiendo que cada vez que uno sube o carga algo a la red ese algo puede quedarse ahí o dar la vuelta al mundo para volverse popular y tener sus 5 minutos de viralidad. Quién no recuerda algún video o imagen protagonizada por algún incauto que de un día para otro el público volvió famoso amén de desconocer su nombre. Es curioso ver cómo algunos de estos influencers/vloggers/youtubers han convertido esos cinco minutos de ocurrencia en carreras profesionales, incluso proyectos de vida.

 

Este tercer aniversario es un pretexto idóneo para reflexionar sobre la distancia que, como miembro de este ecosistema virtual, me acerca o me aleja de semejantes influencers/vloggers/youtubers. Honestamente no desdeño la posibilidad de la fama, a todo novel escritor lo seduce semejante tentación. Sin embargo, mis intereses van por otro camino, baste decir que de un tiempo a la fecha escribir cada semana se me asemeja a lo que hace aquel que en su calidad de náufrago en una isla desierta, logra hacerse de papel y lápiz, enrollar sus líneas para meterlas en una botella y lanzarlas a un destino incierto, esperando que esas líneas lleguen a donde deban llegar, a las manos de quien tengan que llegar.

 

Dios y mis tres lectores saben que la banalidad siempre está al acecho, que los lugares comunes también son cómodos, que la seguridad de ser una simple correa de transmisión puede pagar la renta. Pero también saben que estas líneas, desde hace tres años parten de un lugar íntimo y que lo que sea que aquí se publique quizá no sea la verdad, pero quien las escribe busca hacerlo de la forma más honesta posible.

 

En fin, en este tercer año reafirmo el compromiso de seguir viajando con usted y que éstas líneas sigan siendo una amena plática de café entre usted y yo. Una plática en la que su amable risa y compañía hacen más llevadera mi estancia en esta isla interior desde la cual escribo interior y que se hace más larga a cada paso que doy. Gracias por su compañía.

 

Escrito por Erick Aguilar

Aprendiz de ser humano, viajero en capacitación, bibliófilo consumado y sociólogo consumido

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