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De coches e industria se habla pero se olvida la tala de árboles…

Ayer fue un día en que la Ciudad de México vivió algo único, problemático y bastante complejo. Totalmente nuevo para las viejas costumbres y rutinas que vivimos en el país. La contaminación de la Ciudad estaba disparada y se tomaron medidas que afectaron a millones de personas. Escuché que gente se quedó horas y horas a la entrada de la Ciudad por paros y bloqueos. Se criticó a Uber por abusar de sus tarifas, se disculpó Mancera y al final, se decidió por suspender el programa de contingencia versión 3.o, es decir, el doble hoy no circula.

Se dice que se suspende la contingencia 3.0 porque mejoró la calidad del aire. Se había impuesto porque ya se había convertido en un tema de Salud pública. Se quitó tan fácil como se puso. Se decidió que fue necesaria y se quitó cuando se dijo públicamente que ya no lo era. Aún así, se levantan muchas sospechas conociendo cómo funciona el país. Evidentemente tiene que haber un efecto positivo en la calidad del aire si un millón de coches dejan de circular. Sin embargo, también uno puede levantar la ceja al estilo Ancelotti cuando uno escucha al gobierno hablar del grado de la calidad del aire. El gobierno podría decir lo que quiera. Ya lo hace y lo escuchamos, creyéndole ciegamente.  Y el problema no es creer o no creer lo que se nos dice. El problema es que debajo de todo ello, todo se hace tan arbitrariamente que hace que uno, precisamente, levante sospechas siempre.

Si tanto se invierte en conocimiento para controlar un problema que desde que tengo uso de razón existe, el smog, y no se ha logrado, quiere decir que no se está haciendo bien. No se planea bien, no se hace estrategia y no se hace como se dice que se hace. Es muy fácil hablar y prometer. Lo difícil es cumplir. Y aquí es donde todo falla. Me pregunto por qué no se dice nada de los destrozos ambientales que se hacen dentro de la Ciudad al destruir tierras para convertirlas en áreas urbanas de construcción o cuando se eliminan parques y zonas forestales para urbanizar, para construir casas, carreteras o aeropuertos. Se habla del segundo piso y de su poca visión, al no haberse invertido mejor en un sistema de transporte público, pero muchas veces se olvida una de las reglas básicas de la ecología: los árboles ayudan a eliminar el carbono del aire y otras muchas impurezas. Y seguimos destruyéndolos a diestra y siniestra.