Ser emprendedor es tan dinámico y didáctico que muchas veces crea ideas románticas que normalmente no son tan ciertas en el día a día de poner un negocio. Cuando se trata de poner una empresa, es fácil pensar que «si él pudo, ¿por qué yo no?». Pero en realidad, todo es un poco más complicado cuando uno lo vive y lo sufre.

Emprender no es despertarte tarde, no es ser tu propio jefe y mucho menos es ser millonario en un día. Ser emprendedor es más bien tener claro quién eres, qué quieres y ser lo suficientemente apasionado para conseguir que la gente te crea, invierta en ti y trabaje para tu idea. Emprender es preocuparte por el sueldo y el ánimo de tu equipo. Es no olvidar para qué estás ahí y sobre todo, es tomar de lo aprendido y seguir adelante trabajando duro sin importar nada más que la empresa. Es aprender de lo perdido y mejorar el proceso cada vez. Es también, en pocas palabras, entender que no se puede ir a la luna con pocos pesos invertidos.

Si has pensado alguna vez en emprender, mi recomendación es esta: ¡hazlo! La escuela de negocios es una buena idea sin duda pero lo realmente importante se aprende con la experiencia: es entender de cosas que no sabías ni que existían , llegando a preguntas sin respuesta que te harán volver a atrás y mejorar, etc… Si quieres ser emprendedor no olvides que los que ingresan a este gremio son aquellos que, si deciden aceptar el reto, necesitan el súper poder de levantar la cara frente a cualquier comentario y fracaso, pero lo  mejor de todo es que sin duda saben que valdrá completamente la pena.

Escrito por Ximena Montes, Directora General de María Juana

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Editado para Resilientemagazine.com