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¿Cuánto vale mi trabajo? O ¡cómo logré obligarme a emprender! – parte 1

En el año 2015, la OECD publicó que el número de horas que el mexicano trabaja anualmente es de 2246 horas al año. México está a la cabeza de horas trabajadas anualmente. Quien le sigue es Costa Rica con 2230. Después Corea, Grecia y Chile. Poco después viene Rusia, Polonia, Letonia, Islandia y Portugal. Cuando finalmente llegamos a Estados Unidos, el número desciende hasta  1790 horas.  El dato sigue bajando hasta llegar a Francia en donde se trabaja un promedio de 1482 horas. En Dinamarca 1457. En Noruega, 1427. Holanda, 1419.  Y finalmente se llega al impresionante número de 1371 horas en promedio trabajadas por los alemanes. Todo esto quiere decir que en México se trabaja más de 850 horas más al año que en el país con mejor calificación de los 35 países evaluados por la OECD. ¿Qué quiere decir esto para nosotros como sociedad?

 

 

Se puede hablar horas y horas acerca de la productividad mexicana y de la forma de trabajar de los países latinoamericanos en comparación con los países del norte de Europa. Y generalmente, en este tipo de comparación saldremos perdiendo por lo menos por un par de lustros más. Sin embargo, la productividad tal vez no sea esta la única realidad que muestran estos datos. Por supuesto que sería un sinsentido decir que el número  tan grande de horas de trabajo se debe a que el mexicano, el tico o el coreano ama tanto su trabajo que le dedica horas extras a pesar de saber que éstas no redituarán en un incremento salarial. Quizá sea más correcto argumentar que se trabaja tanto debido a la situación del país, a su precariedad, a sus salarios y a sus condiciones laborales. Y es aquí que la situación laboral del mexicano refleja uno de los puntos más obscuros de la realidad de todo país latinoamericano: la altísima competencia por sobresalir o mejor dicho, la enorme lucha por no perderse en el mar de la pobreza.

 

 

Por esta razón, el dato de horas de trabajo de la OECD puede también servir de faro para impulsar uno de los motores más importantes de cualquier economía: el emprendimiento. ¿La razón? Es muy sencilla. ¿Qué pasaría si, en vez de trabajar para otros, invirtieses en ti, en tu proyecto, en tus socios, 2246 horas al año?

No te pierdas la próxima semana la siguiente entrega de este artículo.

Escrito por Roberto Carvallo Escobar

Director General de Terraética, Co-fundador de Prometeo Sustentable

y escritor de La rebelión de los pelones

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