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2 razones que muestran por qué muchas empresas viven en el siglo pasado en México

Aye fui a un taller/focus group de una de las Consultoras más importantes del mundo, de esas llamadas Big 4. Y a lo largo del taller, hubo 2 cosas que pueden representar y expresar por qué las empresas en México seguimos con problemas y por qué no se ha logrado dar el salto hacia una verdadera consultoría de alto impacto. Son 2 razones que demuestran que seguimos en el siglo pasado en ideas y que por más que pensemos en que estamos innovando, seguimos en el viejo y clásico caso de «la misma gata pero revolcada». Triste fue ver que de parte de la gran consultora se mantenían ciertas ideas pasadas e igual de triste ver que no se ve para cuándo, en estas empresas que se mueven como grandes elefantes, la cosa cambiará. Muy gratificante fue ver que precisamente somos las pequeñas consultoras las que estamos 5 años adelantados a las ideas pseudonovedosas de quienes creen que con su marca pueden conocer todo lo que hay que conocer para ayudar a las empresas mexicanas:

1. El impacto y la responsabilidad social como estrategia de marketing. Sí, así de triste fue escucharlo. De viva voz de consultores de esta gran compañia, se dijo que la RS, el impacto y la sustentabilidad pertenecen a las áreas de marketing y ventas, más no a los objetivos centrales de la empresa. Es decir, afirmaron la argumentación cínica de usar el impacto social como lavado de cara para las empresas «malas y abusivas» que solo buscan el retorno de inversión. Por lo menos así lo consideran estos consultores grandes. Seguramente lo ven así precisamente porque muchos de sus clientes, grandes corporaciones, lo ven así. Sin embargo, aun considerando el sospechosismo que tenemos integrado en el chip todos los mexicanos, muchas empresas, grandes y pequeñas, no funcionan en realidad solamente bajo el lema de generar riqueza «capitalista y mercantilista» y abusadora del pequeño y del planeta, ni las grandes corporaciones ni las pequeñas empresas. En el mundo real de la empresa por supuesto que existen casos criminales de fraudes y engaños hacia la población, de abuso a los trabajadores y todo en búsqueda de ganar más. Pero verlo de forma que este es el único objetivo de toda empresa implica un error de fondo: asumir que todas las empresas son iguales, lo cual es como decir que todos los humanos somos iguales, que pensamos igual y que tenemos los mismos intereses; y todo esto es totalmente falso. Lo que nos hace más humanos precisamente es que pensamos diferente, queremos diferentes cosas y lo buscamos de diferente manera. En nuestra argumentación cínica, olvidamos que las empresas precisamente son llevadas por gente y no son entes abstractos automatizados sino falibles, cambiables y de diferente contexto. Olvidamos que por ejemplo, muchas empresas buscan al igual que generar riqueza (para pagar a sus empleados), generar un cambio social, un cambio ambiental o simplemente una innovación que puede hacer el mundo mejor. La responsabilidad social no es un lavado de cara o un engaño cínico para hacer creer a la población que una empresa hace cosas buenas en vez de una realidad perversa. Pensarlo así es seguir pensando en el siglo pasado y no ver lo diferente que es el mundo en este siglo, con sus redes sociales, con su capacidad de comunicación y el activismo que ejerce el consumidor en sus decisiones. La RS y el Impacto social son objetivos mismos de una empresa y no solo instrumentos de su área de marketing.

2. El yo comprendo todo acerca de mí. Existe un gran y muy común error metodológico cuando estamos pensando acerca de nuestros proyectos. Pensamos que sabemos en qué estamos mal y en qué estamos bien. Peor aún, pensamos incorrectamente que podemos saber perfectamente el momento en que algo suceda mal.Y suponemos que no nos equivocamos en nuestros análisis internos. Nuestra arrogancia y cerramos nos hacen pensar que nuestras formas son las correctas en vez de guiarnos a aprender de los demás, de otros casos similares, de consejos de terceros o simplemente de un momento de incertidumbre en donde podamos pensar: «¿cómo poder estar seguro de que lo que pienso es correcto'». La duda de nuestras certezas no es una debilidad sino una ventaja en nuestros momentos de planeación. Todos somos falibles. Lo preocupante no es saberlo sino no reconocerlo. Aprender de los demás nos hace mejores y para comenzar a aprender de ellos, es aceptar que no lo sabemos todo o que no podríamos saber todo, incluso ni siquiera acerca de uno mismo.